jueves, 16 de octubre de 2008

Metamorfosis en Avenida Belgrano 531, 5º B

...Entonces empecé a sentirme bien con la angustia. Mi mayor placer era hacer creer a todos que me derrumbaba mientras que mi alma reía. Comencé, después, a disfrutar inexplicablemente del sufrimiento y, pronto, el misterio me llevó a buscar el dolor. La pena fue creciendo en mí como un gran cáncer, hasta que fuimos uno y no podía ser separada de mí sin destruirme. Mis manos fueron sintiendo el peso de la falta de alegría, siguieron mis pies, y finalmente mi columna. Fue entonces cuando mi espalda escupió esta joroba.




-Carolina Ibáñez, del libro Quince líneas. Relatos hiperbreves-

4 comentarios:

supersalvajuan dijo...

Quítese la chepa y déjese llevar.

Dante dijo...

Como mínimo estará más ligera de equipaje y se quitará un gran peso de encima, o sea, que se encontrará mejor consigo misma.

g dijo...

Cuando la tristeza es una característica esencial de una persona se decide a no abandonarla porque supondría necesariamente dejar de ser la persona que es y ese suicidio de personalidad lo transformaría en un ser distinto. tal vez alguien así prefiere renunciar de antemano a la felicidad por miedo a que con el cambio pierda lo que sabe que tiene y sabe que es. es más, tal vez esa supuesta infelicidad no es más que una forma de felicidad que se sustenta en todas las formas posibles de infelicidad, como una flor que nace del estiercol... este texto da que pensar.

Dante dijo...

Muy buena reflexión sobre el suicidio de la personalidad, me parece muy brillante, has dotado al texto de una dimensión que yo no conocía. Arriesgarse al cambio o agazaparse en tus terrores internos transforman a una persona en otra distinta; simplemente una nueva. Aquí ejemplificado en un ser con joroba.
Da muchísmo que pensar este texto y tu comentario. Muy bueno.