martes, 30 de junio de 2009

El fin

Era difícil, pero se lo tragó. Al principio su preocupación fue saber si era el 4 o el 6, sobre todo por el movimiento del brazo al empujárselo por el gaznate. La duda fue corta: el 4 tiene cuatro puntas, difíciles de pasar, y su odio al 6 era notorio. Redondo, se le atragantó. Mejor dicho: se le detuvo a medio camino y ahora empezaba el dolor. Una puñalada terrible en medio del esternón, que le atravesaba el cuerpo y le salía por la columna vertebral. Peso y cuchillo.
Entonces comprendió que iba a morir, asesinado por el 6 —¡la hoz!, ¡la hoz!—, quiso protestar, se levantó, fue al cuarto de baño, se metió los dedos en la boca, intentó devolver. En vano. El peso y la sierra (no era un cuchillo, no). En pleno plexo solar.
Volvió a la cama y pensó que quizá las cosas estaban bien así: que era justo que muriera asesinado por el número 6. ¿A qué mezclar el 4 en eso? El 4 siempre es inocente.



-Max Aub, del libro La uña-

sábado, 27 de junio de 2009

Love her

La busco en un rincón de mis pensamientos. Es su cuerpo o la forma de hablar, cómo sus palabras se pierden entre mis huesos. La amo en la soledad del hombre que al salir tras años en una prisión cree que cada objeto es un barrote de celda.
Ella no sabe que la amo, pero aun así, esconde la llave.




-Alejandro Bentivoglio, del libro Revólver y otras historias del lado suave-

jueves, 25 de junio de 2009

Triángulo

Él prefería la lluvia. Ella, el sol. Yo, la nieve.

Ella miraba todas las telenovelas. Él, los partidos de fútbol. Yo, las noticias.

Él hablaba lo necesario. Ella bastante más. Yo, demasiado menos.

Ella amaba a Dios por sobre todas las cosas. Él era ateo. Yo, agnóstico.

A él le gustaba ir a bailar. A ella los conciertos. A mí, el cine.

Ella lucía un premeditado desaliño. Él estaba siempre impecable. Yo, no tanto.

Éramos buenos amigos pero ella estaba enamorada de él. El problema era que él me amaba a mí. Y yo, claro, la amaba a ella.




-Fabián Vique-

martes, 23 de junio de 2009

Amor 77

Y después de hacer todo lo que hacen se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.




-Julio Cortázar, del libro Cuentos completos 2-

sábado, 20 de junio de 2009

Lo maté porque bebí lo justo para hacerlo.





-Max Aub, del libro Crímenes ejemplares-

jueves, 18 de junio de 2009

Persecución

Enciendo un pitillo, miro por la ventana y vuelvo a verle. Tantos años persiguiéndome. Un acoso que se mantiene insoslayable de la mañana a la noche como si el perseguidor se confundiese con mi sombra.
Saber que es él no me importa, pero estar convencido de que esto puede durar toda la vida es terrible.
Si al menos no vistiera como yo, si no usara mi gabardina y mi sombrero y abandonase esa costumbre de saludarme con mi propia sonrisa cuando le miro...




-Luis Mateo Díez, del libro Los males menores-

martes, 16 de junio de 2009

El hombre invisible

Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello.



-Gabriel Jiménez Emán-

sábado, 13 de junio de 2009

Entre Caribdis y Escila

Si hubiese de encarnar en otro el confuso entramado que me construye, sobre tus pilares levantaría el reflejo impreciso de mi independencia.

No existe un hoy, menos un mañana, pero no te abandonan los ojos que sólo te han visto más allá de la piel, en la verdad oculta tras la máscara de los tuyos.

Las palabras, cada vez más claras y más escasas, piezas blandas sobre un tablero resignado pero obstinado, jugando a jugar que algún día el juego comenzará.

Y así se consumen los días, como los de una vela temerosa al fuego, reacia en dar razón a su ser, y sin más opción que hacerlo o perpetuarse en el limbo eterno de este momento.



-Gisela Casuso-

jueves, 11 de junio de 2009

Cuento de horror

La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de las apariciones.




-Juan José Arreola, del libro Palíndroma-

martes, 9 de junio de 2009

Desinformada

A la vecina le han sorprendido los trasquilones en mi pelo. No sabe que el peluquero tiene una oreja menos. A él le tembló el pulso y a mí me ha sobrado la habilidad.




-Julián Sánchez Caramazana, del libro Venidos del miedo-

sábado, 6 de junio de 2009

Diez minutos

A las doce y diez, su corazón se detuvo.

A las doce y nueve, escuchó la campanilla del teléfono.

A las doce y siete, evocó una cena en la que su padre había llorado.

A las doce y seis, sintió que su espalda se mojaba. A las doce y cinco, vio una araña inmóvil en el cielo raso.

A las doce y cuatro, escuchó un grito: "¡Y la sal, Jorge, la sal!"

A las doce y tres minutos abrió los ojos. A las doce y tres segundos cayó al suelo. A las doce en punto apretó el gatillo.



-Fabián Vique, del libro Minicuentos-

jueves, 4 de junio de 2009

El arreglo

El millonario Atenor soñó siete noches seguidas que era pobre y a la octava se negó a acostarse. Por el contrario, el mendigo Roneta soñó que era millonario y no quería despertarse. Todo se arregló cuando Atenor entregó a Roneta la mitad de su fortuna. ¿O fue Roneta quien se la entregó a Atenor?




-Juan Pedro Aparicio, del libro La vida en blanco-

martes, 2 de junio de 2009

Oscurecimiento

El suicida se cuelga del cuello con el cable telefónico.
La ciudad se queda a obscuras.




-Antonio de Benedetto, del libro Cuentos del exilio-