jueves, 23 de abril de 2009

Soledad

Le fui a quitar el hilo rojo que tenía sobre el hombro, como una culebrita. Sonrió y puso la mano para recogerlo de la mía. Muchas gracias, me dijo, muy amable, de dónde es usted. Y comenzamos una conversación entretenida, llena de vericuetos y anécdotas exóticas, porque los dos habíamos viajado y sufrido mucho. Me despedí al rato, prometiendo saludarle la próxima vez que le viera, y si se terciaba tomarnos un café mientras continuábamos charlando.

No sé qué me movió a volver la cabeza, tan sólo unos pasos más allá. Se estaba colocando de nuevo, cuidadosamente, el hilo rojo sobre el hombro, sin duda para intentar capturar otra víctima que llenara durante unos minutos el amplio pozo de su soledad.




-Pedro de Miguel-

5 comentarios:

supersalvajuan dijo...

Huecos imposibles de llenar.

ScrinS dijo...

La necesidad se llenar la soledad con la compañía de otros sin buscar la nuestra propia.
Dante los fragmento que nos regalas son realmente geniales, me voy a poner yo un hilo a ver que pasa, ya te contaré :0)
Un abrazo

Dante dijo...

-Supersalvajuan, no se puede rellenar un agujero que en realidad no existe.

-ScrinS, las ansias por compartir nuestra existencia con otra persona sobrepasa lo moral o lo ético, creo que uno se debe remontar a nuestros instintos atávicos primarios, es decir, de cuando éramos animales. Lo que pasa es que nos hemos olvidado de eso y creemos poder sentirnos independientes de forma total.
Yo recogeré tu hilo si lo veo, jejeje.
Un abrazo.

g dijo...

una vez vi a una tipa con una rata en el hombro por el metro de barcelona, me pregunto qué tipo de vacío tendría esta jeje. D, me ha gustado mucho este cuento, es una historia simple que refleja las coss tan retorcidas que pueden llegar a hacerse con tal de no estar solo.

Dante dijo...

Jajaaj, me encanta lo de la tía con la rata, XD. Esto sólo puede pasar en un submundo como el metro, jejej.
Yo creo que el vacío lo tenía la rata que no se podía desprender de la mujer por su terrible olor.
La soledad puede obligarnos a hacer las cosas más excéntricas del mundo. Nadie en su sano juicio haría eso en un estado normal; mucha gente sola hace cualquier cosa por compartir algo con alguien.