jueves, 16 de abril de 2009

Elegía

Cuando murió, durante muchos días supe que sería suficiente con marcar su número para que ella misma me hablase de las excelencias del tiempo y de algunas noticias íntimas (estaba seguro que evitaría tratar de su propia muerte). Sin embargo, desconociendo yo la estética de los muertos, y el placer de sus conversaciones, me limitaba a apoyar la cabeza en el teléfono, y, sin descolgarlo, lloraba recordando su voz.



-Rafael Pérez Estrada, del libro El ladrón de atardeceres-

5 comentarios:

ScrinS dijo...

Que bello relato, no se pueden decir tantas cosas en tan pocas líneas.
Gracias Dante por la magia que me proporciona tu blog.
Un abrazo

jm dijo...

Si es que nunca se sabe quien puede estar al otro lado del teléfono

Dante dijo...

-ScrinS, es un relato exquisitamente dramático. La frase final desprende mucha tristeza.
Gracias a ti por remover sensaciones con la lectura y la escritura.
Un abrazo.

-Jm, puede estar cualquiera, hasta un vendedor de telefonías muerto.

ScrinS dijo...

jajaja, el vendedor de telefonías incansable sería la peor llamada de su vida.
Un abrazo

Dante dijo...

Claro, no se daría cuenta de su condición de muerto. Prefiero pensar que al otro lado no hayan comerciales como en este lado, XD.
Qué vértigo pensar que cuando muramos tendremos qeu soportar sus ofertas.
¡Un abrazo!