sábado, 20 de septiembre de 2008

Ejemplo X

–Patronio, bien reconozco a Dios que me ha hecho muchas mercedes, más de lo que yo le podría servir, y en todas las otras cosas entiendo que está la mi hacienda asaz con bien y con honra. Pero algunas veces me acontece estar tan apremiado por la pobreza que me parece que querría tanto la muerte como la vida. Y ruégoos que algún consuelo me deis para esto.
–Señor conde–dijo Patronio–, para que os consoléis cuando tal cosa os acaezca, sería muy bien que supieseis lo que acaeció a dos hombres que fueron muy ricos.
El conde le rogó que le dijese cómo había sido aquello.
–Señor conde Lucanor–dijo Patronio–, de estos dos hombres, el uno de ellos llegó a tan gran pobreza que no le quedó en el mundo cosa que pudiese comer. Y desde que hizo mucho por buscar alguna cosa que comiese no pudo haber otra cosa sino una escudilla de altramuces. Y acordándose de cuán rico solía ser y que ahora con hambre y con mengua había de comer los altramuces que son tan amargos y de tan mal sabor comenzó a llorar muy fieramente; pero con la gran hambre comenzó a comer los altramuces, y en comiéndolos estaba llorando y echaba las cortezas de los altramuces en pos de sí. Y él, estando en este pesar y en esta cuita, sintió que estaba otro hombre en pos de él y volvió la cabeza y vio a un hombre cerca de él, que estaba comiendo las cortezas de los altramuces que él echaba en pos de sí y era aquél de quien os hablé arriba.
Y cuando aquello vio el que comía los altramuces, preguntó a aquel que comía las cortezas que por qué hacía aquello. Y él dijo que supiese que había sido mucho más rico que él, y que ahora había llegado a tan gran pobreza y a tan gran hambre que le placía mucho cuando hallaba aquellas cortezas que él dejaba. Y cuando esto vio el que comía los altramuces, consolóse, pues entendió que otro había más pobre que él y que había menos razón por la que lo debía ser. Y con este consuelo, esforzóse y ayudóle Dios y buscó manera cómo saliese de aquella pobreza, y salió de ella y fue muy bienandante.
Y vos, señor conde Lucanor, debéis saber que el mundo es tal, y además, que nuestro Señor Dios lo tiene por bien, que ningún hombre haya cumplidamente todas las cosas. Mas, pues en todo lo otro os hace Dios merced y estáis con bien y con honra si alguna vez os menguan dineros y estáis en algún apremio, no desmayéis por ello, y creed por cierto que otros más honrados y más ricos que vos están tan apremiados, que se tendrían por pagados si pudiesen dar a sus gentes. y les diesen, aun mucho menos de cuanto vos les dais a las vuestras.
Al conde plugo mucho esto que Patronio dijo, y consolóse y ayudóse a sí mismo y ayudóle Dios, y salió muy bien de aquel apuro en que estaba.
Y entendiendo don Juan que este ejemplo era muy bueno, hízolo poner en este libro e hizo estos versos que dicen así:

Por pobreza nunca desmayéis,
pues otros más pobres que vos veis.


-Don Juan Manuel, del libro El conde Lucanor-

4 comentarios:

supersalvajuan dijo...

Nunca me gustó "El conde Lucanor", porque nunca me gustaron los regaladores de consejos. Aunque siempre andamos dándolos.

Dante dijo...

Bueno a Don Juan MAnuel se le perdona por ser de la época que es jejeje. Es un libro moralizador que ahora se nos antoja como que se inmiscuye demasiado, aunque en algunos ejemplos revela muchas realidades.

g dijo...

y eso de "mal de muchos consuelo de tontos" que se vaya un poco a tomar por saco jaja. un poco creul ¿no? sentirse bien al saber que hay gente más jodida...

Dante dijo...

Bueno en el siglo en el que fue escrito esto servía como un manual de autoayuda actual, pero aquí es como unas normas de comportamiento y un solucionador de problemas para un Conde. Vaya, actualmente hay libros con intenciones peores que alivian a la gente.