sábado, 22 de noviembre de 2008

Receta

El prestigioso médico dijo que no había nada que hacer por su padre. Ella estuvo un largo momento presa de la desesperación. Luego fue a ver a su amigo el farmacéutico. Juntos eligieron las pastillas: rosas para el amanecer, azules para la hora del crepúsculo.
El padre experimentó una extraordinaria mejoría. Y estableció con su hija una delicada trama entre el amanecer y el crepúsculo hasta su última hora, que no tardó en llegar.



-Nélida Cañas-

2 comentarios:

supersalvajuan dijo...

No hay nada como el azul. Y como el crepúsculo.

Dante dijo...

Crepúsculo de color zafiro, el edén para cualquier mortal.