sábado, 8 de noviembre de 2008

El sabio ignorante

Aquella mañana, tan pronto como despertó, el muchacho empezó a reír y a vaciarse de ideas. Vivió, envejeció y murió jocosamente, sin recobrar la lucidez.
Los sabios del lugar le llamaban maestro.



-Orlando Romano, del libro Cuentos de un minuto-

4 comentarios:

supersalvajuan dijo...

siempre es malo madrugar.

Dante dijo...

Tienes razón, un día te levantas y acabas muriéndote de risa, ironías del destino.

jm dijo...

Lo que no sabemos es el motivo de la risa. Algo que hace reir hasta la tumba tiene que ser poco menos que interesante.

Dante dijo...

-Jm, tienes toda la razón, un dato muy interesante. El autor debe dar rienda suelta para que el lector indague sobre el motivo de la risa. Pueden ser muchas cosas: desde la felicidad hasta la simplicidad del acto de reír como un hecho que está fuera de las ataduras del mundo en que vivimos, etc.