El prestigioso médico dijo que no había nada que hacer por su padre. Ella estuvo un largo momento presa de la desesperación. Luego fue a ver a su amigo el farmacéutico. Juntos eligieron las pastillas: rosas para el amanecer, azules para la hora del crepúsculo.
El padre experimentó una extraordinaria mejoría. Y estableció con su hija una delicada trama entre el amanecer y el crepúsculo hasta su última hora, que no tardó en llegar.
El padre experimentó una extraordinaria mejoría. Y estableció con su hija una delicada trama entre el amanecer y el crepúsculo hasta su última hora, que no tardó en llegar.
-Nélida Cañas-
2 comentarios:
No hay nada como el azul. Y como el crepúsculo.
Crepúsculo de color zafiro, el edén para cualquier mortal.
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